Día del Libro, o por el fin del privilegio de la lectura

Cada año desde hace 25 años, el 23 de abril se celebra el Día del Libro y de los derechos de autor, como una forma de homenajear al mundo de la literatura y sus creadores, además de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual. Dicha fecha conmemora el fallecimiento, el año 1616, de tres de los más relevantes autores de la literatura universal: Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Antiguamente, solía ser tradición regalar un libro y una rosa. 

Actualmente, nos encontramos ante un escenario complejo en lo que respecta a la lectura en Chile. Según diversos indicadores, tanto nacionales como internacionales, nuestro desempeño en lo referido a lectura y comprensión lectora es bajo y cuando no, insuficiente (1). De acuerdo con datos proporcionados por el Plan Nacional de la Lectura y el Libro, varios son los factores que inciden en esta realidad. Por una parte, se trata de un problema que las instituciones educativas no han podido resolver, como indica sistemáticamente la prueba SIMCE, que mide habilidades y competencias en la educación básica y media en el país, así como la prueba PISA, aplicada desde organismos internacionales, a la vez que existe una brecha socioeconómica que impide tener más y mejor acceso a la lectura y los libros. En esta línea, y como bien sostiene tanto la Política Nacional del Libro, como el Plan Nacional de la Lectura, es deber del Estado garantizar el acceso al libro y la lectura (2). 

De acuerdo con el diagnóstico levantado en el mismo documento, la lectura y el libro aparecen en evidente desventaja respecto de otras formas de acceso a la cultura o de uso del tiempo libre, como por ejemplo, la televisión: “Según los datos de la Encuesta 2014, ver televisión es la principal actividad realizada por los encuestados en su tiempo libre (un 62% de los consultados mencionó esta opción entre sus tres preferencias); mientras que la lectura de libros se encuentra en la séptima ubicación de preferencias con un 17% y la lectura de diarios o revistas es declarada como una de las tres actividades preferentes solo por un 9% de los encuestados”.(3)

Como en muchos otros ámbitos de la sociedad chilena, en el campo de la cultura en general y de la lectura y el libro en específico, estamos sometidos al criterio de la libertad de mercado y su autorregulación, razón que explica, por ejemplo, la alta concentración de librerías en escasas cuadras de la capital del país, en desmedro de otros sectores. Sin ir más lejos, nuestra comuna, Estación Central, no cuenta con ninguna librería.(4)

Junto a ello, la baja presencia de bibliotecas municipales, no dan abasto para una población altamente vulnerable en lo que respecta al acceso a este tipo de bienes culturales. 

Por lo tanto, podríamos decir que el acceso a la cultura y el conocimiento a través de la lectura es un privilegio de pocos en Santiago.

La desigualdad en infraestructura y espacios para el fomento de la lectura son un factor preponderante en el desigual desarrollo intelectual y espiritual de los habitantes de la gran ciudad.

En este sentido podemos ver diversidad de cadenas de librerías privadas y de bibliotecas públicas, mayormente concentradas en el sector centro oriente de la ciudad, dificultando la facilidad de acceso a los libros por parte de pobladores de otros sectores de Santiago. 

Santiago Poniente está especialmente desplazado, reduciéndose el acceso a los libros a puntuales centros comerciales en donde los libros son los bienes menos valorados en un espacio que se encuentra lejos de ser un entorno que convoque al desarrollo cultural y reflexivo. Donde sólo existe una biblioteca Municipal, que, de acuerdo con nuestro diagnóstico, no cumple con una función activa como agente de fomento lector; posee un horario restringido y su infraestructura no es suficiente para ser la única biblioteca pública en la comuna, en la que actualmente viven cerca de 206.792 habitantes, de acuerdo con la proyección 2020 del Instituto Nacional de Estadísticas, a partir del CENSO del año 2017.

En este contexto, el Plan Nacional de la Lectura afirma que: “La administración local tiene un rol esencial en la formación de un nuevo paradigma para la generación de políticas de fomento de la lectura con base local, en el que se considera la participación de una ciudadanía activa y comprometida con los propios proyectos y programas. Por lo anterior, la regionalización, en el contexto del Plan, se comprende a partir de tres ejes: diversidad cultural, descentralización administrativa y participación ciudadana”. Razón por la cual, resulta de vital importancia contar con un plan comunal de la lectura y el libro, que se haga cargo de aplicar estos criterios a nivel local. 

Chile cuenta con una industria editorial prolífica, que da cabida a nuevos autores/as y temáticas, aumentando nuestra bibliodiversidad, por lo que resulta plausible trabajar en alianza entre los distintos actores del Ecosistema del Libro y la Lectura para abordar este asunto de forma mancomunada y eficiente. En esa línea se vuelve relevante la articulación y el fomento desde el Gobierno Local, involucrando siempre a la ciudadanía en estas políticas de fomento lector.

En esta línea, como candidatura al concejo municipal de Estación Central, proponemos una agenda cultural en dos ámbitos, por una parte, de promoción de la cultural en general, por ejemplo, impulsando una consulta ciudadana comunal sobre el uso del tiempo libre, y que permitan detectar las necesidades en materia de cultura, tanto en acceso como en fomento de iniciativas, además de realizar un catastro de iniciativas culturales y literarias en la comuna. Y, por otra parte, avanzar en potenciar el rol de nuestra biblioteca municipal como un agente cultural, no solamente como un promotor de la lectura, sino que también como un mediador cultural. Especialmente, frente a la actual contingencia sanitaria, contexto en el que se vuelve urgente que el alcance de las diferentes iniciativas culturales llegue a más personas, superando los obstáculos devenidos de la pandemia, como lo son la presencialidad y las actividades masivas, por lo que será clave el desarrollo de actividades en pequeña escala, distribuidas en pequeños nodos, como pueden ser, ferias de libros, bibliotecas en espacios públicos, entre otros. 

Por último, aspiramos a seguir incentivando la apertura de toda la infraestructura municipal para que las iniciativas culturales en general puedan desarrollarse bajo principios de democracia y universalidad, de forma gratuita e inclusiva.

Notas

1 En el marco del Primer estudio de comportamiento lector a nivel nacional (CNCA, 2011) se obtuvieron datos similares a los arrojados por el IALS, evidenciando que el 59% de la población entre 15 y 65 años se encuentra en los niveles 1 y 2 (en una escala de cinco niveles), lo que implica que cuentan con competencias básicas en lectura.

2 “El Plan se formula a partir de la Política Nacional de la Lectura y el Libro 2015-2020 cuyo primer objetivo, en el ámbito de la lectura, reconoce la importancia del acceso al libro y la lectura como un derecho que debe ser garantizado por el Estado”.

3  Plan Nacional de la Lectura 2015-2020, página 22.

4 Librería de literatura en general, solo existen papelerías, de venta de artículos de oficina, o religiosas. 

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