Viviendas sociales, para trabajadores de diversos gremios, que contemplaban no solo una casa, sino que también espacios comunitarios pensados para la actividad social y muchas otras cosas, hoy parecen una locura y, sin embargo, están por ahí, a lo largo de todo Chile, esperando volver a ser algo tan cuerdo como antaño.

mi Tata trabajando en la puerta de entrada de su casa
Mi historia con el barrio Las Rejas, se remonta años atrás, cuando mis abuelos paternos llegaron a vivir ahí, por allá por el año 1957. Mi abuelita tenía 32, mi tata 27 y tenían juntos 4 hijos. En la villa nacerían 2 más, el último de ellos, mi papá. Si bien, no viví mucho tiempo ahí, al crecer luego de la separación de mis papás, íbamos cada fin de semana de visita. Con los tatas hicimos una vida familiar y barrial muy rica.
Una de mis historias más lindas, es que algunos viernes, el tata nos iba a buscar hasta el colegio para llevarnos a su casa, donde estaba viviendo mi papá, y nos demorábamos 1 hora en un trayecto que hoy nos toma solo 15 minutos. Mi tata, con mi hermana y conmigo nos tomábamos nuestro tiempo, corriendo y jugando por el camino y él, con paciencia infinita, no nos apuraba.
También le tocó llevarnos a las históricas clases de natación en la piscina, que se hacían cada verano por dos semanas. Ahí aprendí todo lo que sé y además apareció un amor por ese deporte. Aunque el agua helada era un tremendo desafío. También era el que nos esperaba en la esquina cuando tomábamos el colectivo solas con mi hermana.
Más adelante cuando mis tatas fallecieron y mi papá ya no vivía ahí, aún recordaba con cariño sus pasajes. Por eso, cuando hace un tiempo atrás mi papá nos habló de la idea de proteger el barrio de las amenazas de expropiación, dije que sí de inmediato. Aquellos rincones guardaban para mí un valor que cada uno, creo, tiene con su propia historia en su propio barrio.
Jugar en los pasajes sin miedo a los autos, todos los niños y niñas de una cuadra, es a estas alturas parte de un pasado que suena casi del tiempo de las cavernas. Y para que no se pierda en los anales de la historia, tenemos que tomar un rol activo en la preservación y difusión de esas historias como ejercicio de memoria colectiva. Mi aproximación al barrio, hoy por hoy, es bajo esta premisa de trabajo por rescatar su historia y sus valores, que fueron parte de la historia del país también.